MIS PANTALONES PREFERIDOS
A lo largo de mi carrera he conocido historias variopintas, obsesiones letales y falacias de gran calibre pero, sin duda, hay una que siempre estuvo en mi cabeza por encima de todas las demás. He de coger mis apuntes para relatarla fidedignamente pues los hechos que se suceden a continuación lo merecen. Este caso se titula: “el peor enemigo del género masculino”.
Conversación con Fidas Caronte. Nacimiento del conflicto.
Fidas era un hombre bastante inseguro, tenía un principio de esquizofrenia y por ello era un sujeto terriblemente delicado. Comenzó hablándome de ella con cierta tranquilidad pero según fue avanzando en el tema se iba arrojando más y más hacia la desesperación absoluta. Intente calmarle como pude aunque sin mucho éxito, cuanto más me contaba, más creía que esto era un asunto de competencia policial, pero claro no era tan fácil, se sentía ridículo y amenazado. A decir verdad, yo también me vi sorprendido, no podía dar crédito a sus palabras.
Conversación con Eneida Maginia(mujer de Fidas Caronte).Nudo del conflicto.
La señora Maginia era una mujer egocéntrica sin duda alguna, estaba demasiado ocupada en sí misma como para darse cuenta del problema que atravesaba su marido.
En su opinión se lo tenía merecido por ser un zoquete, para ella Fidas había dejado de existir hace mucho tiempo. Eneida contaba el problema de esta manera : “mi marido ha caído en la más absoluta de las locuras, ¿o acaso cree usted toda esa sarta de mentiras?,
quién es capaz de dar credibilidad a una paranoia de tal magnitud, este hombre vive enajenado. Qué opina usted de un hombre que dice vivir amenazado por su propia cremallera, y que por esa razón absurda viste siempre los mismo pantalones. No sale a la calle si su cremallera no se lo indica, desde luego yo no aguanto más esta situación, le exijo ahora mismo que le encierren donde haga falta...”
Segunda Conversación con Fidas Caronte. Desenlace del conflicto.
“Señor Caronte –le dije- esto ha de arreglarse de alguna manera, pruebe a quitarse los pantalones e intente no escuchar a su cremallera”. A lo que Fidas respondió “ solo hay una manera de poderme quitar estos pantalones y es que otro los lleve en mi lugar”.
“Está bien yo lo haré”-contesté. Me puse esos dichosos pantalones e hicimos llamar a su esposa. La mujer de Fidas al ver la situación estalló de alegría, creo que nunca vi a nadie tan contento como a aquella pareja, y todo con una resolución tan fácil y gratuita de un problema que un principio parecía de proporciones épicas.
Una historia apasionante aunque muy poco creíble, eso es lo que me digo todas las mañanas cuando me levanto entre cartones, pues yo soy sólo un vagabundo cuentacuentos y todavía no he encontrado a nadie que quiera cambiarme estos sucios pantalones.
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