martes, marzo 21, 2006

EL ULTIMO PISO

Desde aquí arriba uno puede verlo todo. Es como ser el ángel que cuelga encima de un belén, o quizá la estrella que guió a aquellos reyes. Puede ser todo eso y el hecho de vivir en el último piso de uno de los edificios más altos de la ciudad. Míralos ahí abajo, corriendo para no llegar tarde a sus trabajos, apiñados como sardinas en lata, y entre todos ellos uno que ríe. Sé quién es y a donde se dirige. Viene hacia aquí.

-Buenos días Deo, ¿cómo va tu observación matutina?

A lo largo de los años uno se cansa de oír siempre la misma pregunta.

-Sé lo que piensas, ¿cuántas veces tengo que oír lo mismo?, bueno, quizá hasta el fin de los tiempos. ¿Qué tal tus hormigas trabajadoras?, ¿algo inusual en el día de hoy?.

-Admiro tu felicidad Fonsé. Sobre todo cuando hay miles de caras largas andando por ahí.

-Claro, mas líbranos del mal. Emancípalos de una vez joder.

-Para que sean tuyos.

-No diré que se lo merecen pero esto queda muy lejos de lo que tu llamas “libre albedrío”.

-No están preparados.

-Y que lo digas, esta gente no aprende. Ayer estuve viendo una de sus películas, hablaban de nosotros.

-¿Otra vez?.

-Sí, y he decirte que vuelven a caer en lo mismo.

-¿Disociación?

-Exacto. Creo que hace tiempo que se quedaron anclados en el ying-yang, y no van más allá.

-Fonsé...

-¿Sí?

-Recuérdame otra vez que tú y yo no tenemos una lucha.

-¡Qué va!, esto es solo una partida de ajedrez...

Entonces vuelvo a mis pensamientos, ¿cuál es la diferencia entre él y yo?.Dos caras de la misma moneda. Dudas, un presidente tiene dudas, el jefe de una empresa tiene dudas, el mismísimo Dios tiene dudas.

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